sábado, septiembre 30, 2006

Allá va

Hay dudas pendientes. Un montón. Así que allá va una ligera respuesta de algunas de ellas.
La primera, y la más sencilla: el record del entradas en el blog se alcanzó hace varias semanas (123 entradas en un día). Lo que ocurre es que ahora mismo nos hemos afincado en cifras muy buenas (entre 90 y 100 visitas diarias), con días más intensos, como ayer, en el que entraron 112. Para más curiosidades, cuando el contador me mande el informe semanal lo pincho en el blog para que podáis verlo.
La segunda hace referencia a los requerimientos de Pitilinacio. La verdad es que eso de Pitilinacio me encanta, y si nos explicas de donde viene me hará mucha ilusión. A mi, sinceramente, no me ha parecido apreciar falta de empatía en los comentarios. De haber sido así, no habría habido la actividad que hemos tenido en estos días. Es cierto que uno se puede encender en algunos momentos, ser arrollador en otros (hablo por ambos lados)... pero eso no me parece una imposición, sino un encendimiento. Son cosas distintas.
Querido Pitilinacio, respecto al tema de la confesión, que sale ahora a colación, contesto brevemente y, si Dios quiere y preguntáis, el lunes vuelvo a la carga. Si he entendido bien, Pitilinacio sugiere que ese sacramento debe reservarse para ocasiones muy especiales fruto de pecados graves o de periodos de tiempo prolongados. Así fue pensado durante mucho tiempo en la vida de la Iglesia. Por eso, un mandamiento de la Iglesia es el confesarse una vez al año, con intención de asegurar unos mínimos que, de hecho, habitualmente no se cumplían. Sin embargo, todos los Papas del siglo XX han recomendado una práctica que consideran ventajosa para el cristiano: la confesión (individual) frecuente. Esta consideración de la necesidad de la confesión frecuente viene motivada por el redescubrimiento por parte de la Iglesia y el magisterio de la necesidad de santidad de sus fieles. O sea, que para estar en forma, más o menos, basta cuidarse un poquito. Para ser deportista de élite, son necesarias más cosas: un entrenador y un cuidado permanente, incluso de las cosas más pequeñas e insignificantes. Por eso, entiendo que la confesión frecuente es cosa buena para el cristiano, y al menos así lo practico yo también.
HORARIOS: Veremos su eficacia, porque a veces no te pasas las horas en blanco, resultando que no viene nadie a su hora y muchos fuera de ella (lo cual no importa en absoluto, antes bien todo lo contrario). Alla va: de Lunes a viernes estoy de 6h55 a 7h25 (de la mañana), de lunes a miércoles de 9h a 9h30, y de miércoles a viernes de 20 a 20h30. En este último horario dependo de que estemos los tres curas, porque uno celebra, otro atiende despacho, y otro confiesa. Pero el año pasado estuve casi todos los días durante ese tiempo en el confesonario, así que a priori parece que no habrá problema. Es provisional, dentro de un par de semanas será confirmado.
Aun quedan preguntas pendientes acerca de cuándo y cómo tomé la alternativa y me decidí a saltar al ruedo. Estas cosas a veces están en uno desde pequeño, pero entonces no les das más importancia. Pero la adolescencia y la juventud son épocas donde estas cosas, necesariamente, se piensan. Fue entonces cuando, primero tranquilamente en Madrid, y luego en un viaje con el Papa en Loreto, me decidí a ser sacerdote. Luego hubo un par de años de lucha, porque que Dios quiera no significa, en absoluto, que a uno le apetezca. Y ese era mi caso...

5 comentarios:

Scorpion Express Line Corp. dijo...

Con el respeto que Ud se merece, como "hermano terrenal" mio, creo que el concepto de la Religion Catolica, o ya sea de La Religion en si, esta altamente mareado por los "espejismos" de la eterna confusion humana.

Solamente ofresco una reflexion y que la Paz sea con Ud.

http://el-derecho-a-pensar.blogspot.com/2006/09/i-just-know-that-i-know-nothing.html#links

Carlitos

Anónimo dijo...

Soy Jose Maria Delgado Pérez, médico militar especialista en oncología radioterápica del Hospital Militar Central de la Defensa . Por mi especialidad he visto , y espero que ayudado a bien morir , a cientos de pacientes en los últimos diez años. Nunca he encontrado a ningún paciente "terminal" que solicitase su muerte, quizás debido a que siempre en el servicio al que pertenezco se ofrece a todo paciente tratamientos paliativos efectivos y amor. Dios es amor. Lo que si he encontrado con mucha frecuencia son pacientes que conociendo la imposibilidad de curación y estar en el final de su vida aceptaban y pedían ayuda espiritual , una vez que su situación médica estaba bien tratada y que el personal sanitario se preocupaba por el paciente como persona. El dolor es fácil de controlar , el sufrimiento mucho mas dificil. El motivo es sencillo, tratar el dolor es una cuestión técnica impersonal sencilla, y tratar el sufrimiento es una cuestión que obliga a la donación personal. Cuando no se está dispuesto a esta donación el camino mas sencillo es el asesinato. Muerto el paciente no te da mas la lata y la justificación estrella es que le has proporcionado la mejor de las ayudas. El egoismo personal de un médico es el que ejecuta la petición irracional de un paciente que negando a Dios se niega a sí mismo como criatura.El resto no es mas que la burda manipulación masiva actual por parte de una cultura de la muerte en manos de políticos sin ideales ni creencias.

MedicodelaPaz dijo...

Querido Blogger,

Mi saludo desde la Paz a Jose María Delgado Pérez.

Me parece heroico lo que hacéis en tu hospital. No se si acabaste hace mucho tiempo la residencia y si conoces como está la Puerta y la demanda asistencial.

Ahora estoy agotado, me meto a la cama,pero prometo volver sobre tu comentario, no para criticar sino para aprender, porque pareces un médico sensato del que los médicos sin experiencia podemos aprender.

En mi experiencia, no me he encontrado a casi ningun paciente que pidiese confesarse. Si he encontrado a familiares que en la fase final de su familiar ante mi ofrecimiento de que bajase el capellán, han accedido a ello, no sin previamente pensarselo.

He de decirte que es pesado, cansado y que requiere cierto grado de empatía con la familia.

Yo intento hacerlo con todo el mundo que va a morir(y es dificil saber quien va a morir y quien no).

Espero que con tu ayuda y consejo pueda dar un toque más humano a la profesión medica y llevarsela a mis compañeros.

Gracias por tu reflexión, me has hecho pensar.

MedicodelaPaz dijo...

Querido Blogger,

Mi saludo desde la Paz a Jose María Delgado Pérez.

Me parece heroico lo que hacéis en tu hospital. No se si acabaste hace mucho tiempo la residencia y si conoces como está la Puerta y la demanda asistencial.

Ahora estoy agotado, me meto a la cama,pero prometo volver sobre tu comentario, no para criticar sino para aprender, porque pareces un médico sensato del que los médicos sin experiencia podemos aprender.

En mi experiencia, no me he encontrado a casi ningun paciente que pidiese confesarse. Si he encontrado a familiares que en la fase final de su familiar ante mi ofrecimiento de que bajase el capellán, han accedido a ello, no sin previamente pensarselo.

He de decirte que es pesado, cansado y que requiere cierto grado de empatía con la familia.

Yo intento hacerlo con todo el mundo que va a morir(y es dificil saber quien va a morir y quien no).

Espero que con tu ayuda y consejo pueda dar un toque más humano a la profesión medica y llevarsela a mis compañeros.

Gracias por tu reflexión, me has hecho pensar.

Anónimo dijo...

Qué interesante se está poniendo últimamente este blog! Leo con gran interés, y a veces asombro, todos los comentarios publicados sobre eutanasia, vida, muerte, libertad, verdad, conciencia y demás. Me han interesado y gustado especialmente los realizados tanto por medicodelapaz como por José María Delgado. Porque claro, con estos temas ya se sabe… todos estamos capacitados para opinar, y hay opiniones para todos los gustos y creencias. Y quizá es muy fácil hablar desde la lejanía... Me animo a escribir para intentar aportar algo desde mi experiencia. Mi padre sufrió un infarto de miocardio. Durante 20 minutos estuvo en parada cardiorrespiratoria. Su cerebro durante ese tiempo no recibió oxígeno y como consecuencia se quedó en estado vegetativo permanente. Intentar definir o profundizar sobre lo que esto significa e implica, ética, moral y legalmente daría para escribir un libro. (Quien quiera puede mirar en la “todopoderosa” red y se hará cargo). Pero para quien no lo sepa, doy la definición “científica”: en este estado la persona no presenta signo evidente de conciencia y parece incapaz de interaccionar con los demás o de reaccionar a estímulos adecuados. Ya el mero término “vegetativo” nos debería dar una pista de la consideración que se tiene, y con la que se trata, a estas personas. “En apariencia” la persona no tiene conciencia, “en apariencia” la persona no siente ni padece. Hay que alimentarla, vestirla, bañarla…Además, es un estado, por lo general irreversible. No tienen solución médica. Son pacientes desahuciados.
Retomo mi historia. A los dos meses de estar hospitalizado mi padre, me dijeron que le tenían que dar el “alta hospitalaria” porque allí ya no podían hacer nada más por él. Tenía dos opciones: llevarlo a una residencia o “hacerme cargo” de él en mi casa. Decidí esto último. Por supuesto, ni que decir tiene que no recibimos ninguna ayuda por parte del Estado, (ahora parece que han sacado alguna Ley para ayudar a pacientes y familiares en estas situaciones, pero tarde y mal como siempre, claro que “venden” más otro tipo de leyes…). Pero no quiero entrar en ese debate. Durante dos años y medio estuve viendo como muchas personas trataban a mi padre como a un auténtico vegetal. Era curioso, y triste, ver como algunos médicos no querían tratarle, o ver entrar a alguien en su habitación, ya fuera médico o “amigo” y no dirigirle una sola palabra, no tener ni un solo gesto hacia él. Total para qué. Era, más bien, un trozo de carne. La vida, por lo visto, acaba cuando tu cerebro muere. Y lo que “queda” pasa a ser más bien un Ser engorroso, costoso y que nos complica la existencia a los demás. Y sin embargo, durante esos dos años y medio yo recibí de mi padre las mejores lecciones sobre la Vida. Me enseñó lo que es dignidad, me enseñó lo que es entrega, me enseñó lo que es amor incondicional. Me enseñó que además de cuerpo tenemos alma. Me enseñó que Dios habita en nosotros. Me enseñó que Dios es amor. Y me enseñó a aceptar la voluntad de Dios. (Y eso que, yo, por entonces, no creía mucho en Dios…)

PD: Es tremendamente interesante, para quien le apetezca, leer lo que dijo sobre este tema SS Juan Pablo II. http://www.corazones.org/moral/enfermedad/estado_vegetativo.htm