Prueba superada. Después de dos días de descanso, puedo reconocer que ya he eliminado todo resto de agotamiento. Llegamos muy cansados: fueron unos días muy intensos y convenía descansar. El alma vino esponjada, pero el cuerpo...

El último día, en Varsovia, estuve charlando con Marek, el sacerdote polaco que llevaba nuestra misión. Y me decía una cosa muy interesante: "tú y yo buscamos el bien espiritual de los muchachos, pero probablemente ellos busquen, en este viaje, conocer muchas cosas de Polonia. Tenemos que conjugar ambas cosas. De hecho, no sólo lo hemos intentado, sino que creo que lo hemos hecho posible".

Estoy bastante de acuerdo. Para ello, era fundamental el cuidado material de las cosas. Me consta que Marek ha intentado en todo momento que estuvieramos lo más a gusto posible. Las fotos son de la entrada a la casa de convivencias en la que residimos en Varsovia y del autobús que nos llevó en los desplazamientos, así como del jardín de la casa y el bosque próximo.

Dadas estas condiciones, la alegría de todos y el servicio de muchos han hecho posible una convivencia estupenda. Una chica comentaba al final: "nunca imaginé que pudieran seguir existiendo lugares donde la convivencia pueda ser así. Todo el mundo va siempre a lo suyo, y aquí se respira alegría, entrega, generosidad. Es como un pequeño paraíso". No sé si será para tanto, pero mucho de esto ha sido posible por la dedicación material de Marek. Por eso, en nombre de todos, muchísimas gracias, Marek.