jueves, julio 03, 2008

Kilómetros de vida interior

Corría el mes de octubre del año 2000 cuando dos seminaristas fueron enviados a una parroquia llamada Sta. Catalina de Alejandría. F y F, Fran y yo mismo. La acogida fue toda una declaración de intenciones, cuando Jose Luis Lois nos dio un abrazo fuerte y nos presentó a todo el mundo en Robledo de Chavela, donde estaban de convivencia. Además, su marcada condición de madridista me hizo encontrarme muy cómodo desde el primer minuto...
Fueron dos años estupendos. Todos los viernes, después de catequesis, un chico de matemáticas me invitaba a una cervecilla que me hacía llegar a las 23.55 al seminario, picando rueda de mi recién estrenado volkswagen Polo de 12 años. Me hablaba de sus rollos matemáticos, de fútbol y de todo, pues no en vano le llamabamos Petete. No obstante, yo compartía labores con Jaime que tocaba el bajo en el coro de niños. Desde el día que llegué, él lo sabe, empecé a pedir a Dios por su vocación al sacerdocio, porque me parecía claro que tenía aptitudes.
Al cabo de un año, en octubre del 2001, la sorpresa vino cuando Antonio, el matemático, me dice que va a empezar en el seminario. Yo puse cara de normalidad, al tiempo que pensaba en mi interior que había errado en mis oraciones. Un año dale que te pego para... Bueno, el chico también es majo. Es más, cabe decirse que es majísimo. Total que seguimos regando nuestra amistad a base de cervecita y deporte, algo muy sobrenatural. Y la cosa cuajó: cuando servidor salía del seminario, el entraba. Estupendo relevo...
Pero Dios es aún más generoso todavía. Y al cabo de un par de años también entró Jaime. "Vale, vale" hubo que decirle a Dios, "las cosas cuando tu quieras y no cuando quiera yo".
Y ahora uno es diácono y el otro pasa a cuarto del seminario y yo, por cierto, sacerdote.
Y los tres hemos hecho, seguro, muchos kilómetros de vida interior. Montonazo de cambios, por lo menos yo... Sobre todo metiéndole 'ampliaciones' al corazón para querer más, amar más, ser más generoso. Y siempre con la sensación de los comienzos. Y, sin embargo, miles de kilómetros, muchísimo trabajo...
Ahora Sydney.
Los chicos. Mis chicos. Más kilómetros por dentro que en los aviones. Ojalá. Kilómetros de vida interior.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo rezo por sus chicos,vale.Se lo aseguro pero se lo cambio un poco por una oración suya por mis nietos.Chico y chica,muy pequeños pero su abuela,yo, quiere una oración de don Ful.Muchísimas gracias y un abrazo.Janusa

Fulgencio Espa dijo...

Hecho

Anónimo dijo...

esos humitos...