lunes, abril 14, 2008

Madres

Después de Dios, se lo debo a mi madre. ¡Era tan buena! La virtud viértese fácilmente del corazón de la madre al corazón de los hijos... Jamás un hijo que ha tenido la dicha de tener una buena madre tendría que mirarla y pensar en ella sin llorar.
Palabras del Cura de Ars, cuando hablaba de su vocación sacerdotal.
Y es verdad: no hay vocaciones al sacerdocio como aquellas que son amparadas y queridas por la propia madre.
Es como en la vida natural. Cuando reconoces que en tu origen fuiste buscado y bien querido por tus padres, aun antes de la concepción, uno se siente realmente amado. Es como un refuerzo potentísimo de la identidad personal y del sentido que tiene tu vida en el mundo.
Del mismo modo, en la vida sobrenatural es muy fundamental -aunque no totalmente decisivo- saber que también tu vocación fue querida y deseada por tu madre. ¡Qué amable se hace todo cuando ellas lo desean fervientemente para sus hijos!.
Y así las virtudes se vierten fácilmente del corazón de la madre a los hijos; y la generosidad de la madre será causa casi segura de la generosidad del hijo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Oye Ful...!
Tienes toda la razón, no hay vocación como la que es querida, promovida pero sobre todo rezada por la madre...!
Te cuento que en mi diócesis hay dos hermanos sacerdotes cuya vocación es el fruto de la oración de su madre y su padre... todos los días rezaban por sus hijos pidiendo a Dios el don de la vocación sacerdotal para ellos... estos muchachos ni lo sabían... solo después de algunos años de curas a la muerte de la madre el papá rompió el silencio... les contó de las tantas oraciones que hacían él y la esposa...!!! Bendita Madre!!! Pero también bendita la Madre que después que su hijo le dijo de su intención de ser cura nunca dijo nada en contra, y comienza a rezar, aceptando la vocación como el don más grande que haya podido recibir la familia... este es mi caso... gracias por este artículo... Elieser (Venezuela)