La memoria atravesada por la fe se llama esperanza. Así, cientos de mártires serán elevados a los altares porque supieron perdonar, porque no murieron odiando, porque no renegaron de su fe ni del amor a los enemigos. Perdonaron y amaron hasta el final. Y en un acto público, la Iglesia reconoce el heroísmo de esas personas y las pone por ejemplo a todo el orbe. Memoria histórica para un futuro mejor, lleno de esperanza, amor, valor y paz.
La memoria atravesada por el pecado se llama odio, o memoria histérica. No ocurre sólo hoy: ha ocurrido siempre. Desde los romanos, los griegos o los fenicios. El recuerdo para el odio. La memoria para matar. El pasado para el lamento y la revancha.
Es bueno tener criterio. Y aunque se amotinen las gentes clamando contra Dios y su perdón, NADA tiene que ver una mirada al pasado que proyecta al futuro como perdón y reconciliación (los mártires) con el odio fatal de un proyecto intramundano absolutamente frustrado (memoria histórica).
Que no te la peguen...
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