lunes, octubre 29, 2007

Correspondencia

Uno, a veces, experimenta cierto desazón por lo que se podría llamar 'falta de correspondencia'. Te das cuenta de que, como sacerdote, intentas ser leal y trabajador con los chicos, y, honradamente, luchas por sacar lo mejor de si mismos. Inevitablemente se establece una relación que está a medio camino entre la amistad y la paternidad. Así de claro. El desazón viene cuando descubres pequeñas cosas que, sin saber muy bien porqué, son como piedras en el camino: un comentario de los chicos viéndote más como autoridad a burlar que como alguien que busca su bien, un desplante a alguna cosa en la que pusiste ilusión, un desaire a Dios y a las cosas de Dios...
Teniendo estos pensamientos en la cabeza leí una cosa que me encantó, y que sirve mucho, tanto para mi, como para los que sois padres. Allá va: "Esto lo he llevado a mi oración. Y he visto que los padres son para los hijos y no los hijos para los padres. Es lo que tantas veces digo a otros y yo he de aplicármelo primero... Si como el profeta Ezequiel, yo tuviese que pedir al Señor que me cambiase el corazón, no le pediría que me cambiase el corazón de piedra por uno de carne. Si acaso, al revés, que en vez de este corazón de carne, me diese uno de piedra... y, entonces, hijo mio, entonces ¡dormiría a pierna suelta todas las noches!".
Con todo, vale la pena tener un corazón de carne, ¿no es verdad?.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que no cunda el desánimo¡. Merece la pena.
El sermón del Domingo pasado excepcional. Todo Esperanza
Saludos

MedicodelaPaz dijo...

Querido Blogger,

Tiene usted razón Don Ful...

Volveremos a coger el toro por los cuernos...

Todos a luchar contra el desánimo y luchar por la Santidad...

Rezaremos por usted también.

Ya mí qué el YouCat dijo...

Querido d.Ful:

Espero que todos mis lectores lo sean también tuyos. Y al revés. Los curas no debemos ser dueños de nada y mucho menos de "nadie".

Respecto a los del corazón de carne te contaré la conversación que tuve con un currito en un bar. Yo tomando mi segundo café, él tomándose la n copa. Ocho de la mañana. Como el que no quiere la cosa oigo que dice:
- "yo quiero ser cura para trabajar media hora y con vino"
- "Mire señor, a lo mejor usted trabaja más horas que yo y además picando que cansa mucho físicamente pero le aseguro que usted no se va a su casa tan cansado como yo, porque usted trabaja sus ocho horas y se va a casa con su mujer y sus hijos. Yo termino mi trabajo y me voy a casa con los problemas de mucha gente en mi chepa. Tengo el móvil abierto 24h al dia. En realidad hasta mi tiempo de descanso es tiempo para los demás".(Más o menos. Esto fue hace unos años y mis palabras fueron más o menos así)
- El señor se quedó con cara de pez, volvió a su copazo de Soberano y no dijo nada más.

Te das cuenta de que tienes un corazón, no de carne sino de plastelina cuando hasta te cuesta dormir pensando en la gente, aunque tu compostura sea de tio duro y frio.

Fulgencio Espa dijo...

Honradamente a mi dormir no me cuesta en exceso. Eso si, desde el cambio de hora mi despertador, que es de esos superinteligente, me cambia la hora cuando quiere y me estoy levantando todos lo días una hora antes porque me la juega por la noche y se autoretrasa una hora. Creo que ya he descubierto como solucionarlo...
Le cuesta dormir al santo responsable de la frase que he puesto en el artículo.
A mi lo que me enseña, fundamentalmente, es aquello de que "los padres son para los hijos" y no al revés. No conviene confundirse: Juan Luis, servir y servir. Y punto. Y es normal que, en ocasiones, el corazón de carne le haga a uno confundirse porque es humano: pero también esos afectos deben ser para Dios. Así que lo tengo bien claro: corazón de carne, bien majo él, y todo para el Apoderado que nos contrató para esta corrida tan estupenda...