Una noche de insomnio

Anteayer, que fue mi cumpleaños, no pude dormirme hasta tarde. Me da la impresión de que fue fruto de un día muy ajetreado: toda la tarde viendo gente, un funeral muy emotivo, el grupo de los jueves...

Cansado de intentar dormir -es típica cosa que quema bastante- eché de menos mi novela. Me la había dejado en la parroquia. Así que eché mano de un librito que días antes nos habían regalado en Vic (Cataluña), que versa sobre la vida de S. Antonio María Claret. Se trata de una autobiografía que se resume en dos palabras: impresionante.

Salió de Vic, donde trabajaba, para aprender mejor las artes del telar y el tejido. Hizo fama en Barcelona, y comenzó a hacer dinero. Pero cuatro acontecimientos motivaron que decidiera no seguir el camino de las alfombras y sí el de las almas. Particularmente dos me llamaron la atención:

Un día, en Barcelona, fue a ver a un amigo. Le recibió su esposa, que le invitó a pasar, habida cuenta de que el amigo de uno y esposo de la otra aún no había llegado. En el tiempo de espera, cuenta el santo, esta chica le hizo más que sugerencias que le obligaron a salir a escape de la casa. Ese día aprendió a salir pitando de las tentaciones, a ser prudente... y se dio cuenta de que, según Él, sólo el amor de Dios no defrauda jamás...

Otro día un amigo le pidió prestada una fuerte suma de dinero. Desapareció el amigo y el dinero, y Antonio María prometió amistad eterna a Jesucristo, confiado en que él no le fallaría...

Luego, el resto de su vida es apasionante... Acabó de capellán de Isabel II, que era, como mínimo, un poco fresca, y que hizo al pobre Antonio andar de la ceca a la meca todo el día...

Un tipazo. Muchas enseñanzas.