jueves, septiembre 04, 2008

Murcianos

He aprovechado esta mañana libre para poder dedicar un rato al blog. Resulta que se han ido a ver la catedral; una visita de dos horas que yo he decidido obviar porque ya la hice el año pasado. En el último minuto han intentado converncerme diciendo que van a subir a las torres y caminar por los triforios... pero como dice el Ernesto, el otro de Bilbao, que ayer vino de ver un monasterio: "joe, que de piedras vimos. Menos mal que al final nos tomamos una buena cerveza". Por eso, prefiero piscina: plan tranquilo, revisar mail, vida pacífica.

Lo cierto es que se fueron a las 10. Ahora son las 10.45 y hace 15 minutos ha aparecido don Antón en posición de espera, diciendo que los de la catedral no aparecen. Cuando le hemos informado de que ya habían huído dirección Palma ha dicho un significativo: "no j....", y ha añadido "pues a la piscina corriendo" (póngase el acento adecuado) y lo cierto es que no ha parecido importarle mucho. Está aprendiendo alemán -a los 80 años. Así le dedicará un rato...

Pero los que son un equipo son los murcianos. Por las mañanas estamos viendo unos DVD's que nos hablan de la evolución, del homo erectus, habilis, sapiens y todo eso. A los murcianos yo les he llamado homines aquatici, o también, en singular, homo playero, porque vaya ritmo. Todas las tardes se cogen sus toallas y tienen un plan perfectamente trazado para visitar todas las costas, calitas y lugares apañaos que hay en la zona.

Lo cierto es que cuando empiezan a contar te quedas alucinado. Uno montó una parroquia estupenda, con un montón de actividades... y se tradujo en una movida en el pueblo impresionante, 12 para el seminario, un grupo de gente fantástica... Y así cada uno, si bien los hay de todas las edades...

Y esto me hace pensar, y me recuerda aquellas palabras de Martín Descalzo que subrayan la continuidad. Entonces lo hicieron unos -y lo siguen haciendo- y ahora nos toca a otros -quiera Dios que por muchos años...

Aquellas palabras son bonitas pero, sobre todo, son verdaderas:

»Pienso que ya estoy ardiendo, que soy el leño en el fuego, el fuego que ilumina, que calienta; que ese es mi destino: consumirme en un acto de servicio, en un glorioso acto de servicio a los hombres. ¡Y estoy tan orgulloso con este destino!»¿Cuánto durará? ¡Qué importa eso! Quizá sean muchos años, como mi tío; quizá solo unos meses, puede que unos días; quién sabe si esta misma noche no nevará y estará borrado el camino que lleva a Castales y llegará uno a caballo a llamar a mi puerta. Por eso tengo que darme prisa, tengo que buscar en seguida alguien que me sustituya, que siga en la brecha si yo muero. Este fuego no puede extinguirse, porque con él se apagaría el mundo.»

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