martes, mayo 06, 2008

Nihil difficile volenti 2 y conversaciones matutinas tercera parte

Nada es difícil para el que quiere, ¿recuerdas?.
Aquel sacerdote, que al principio se había visto persuadido por lo atractivo de aquel reto (quiere de verdad y podrás), era ahora de una opinión distinta. Pensaba que si a los chicos se les aprieta mucho en este sentido, pueden quemarse. Le parecía que es necesario fortalecer la voluntad, porque es hoy día un bien escaso, pero con ojo.
Nihil difficile volenti. No es verdad, o al menos, es incompleto. Total que el sacerdote se dirigió al despacho del profesor a comunicarle sus dudas a propósito de la sentencia. Lo conversación fue enjundiosa, y el profesor concedió que entendiéndola por sí sola aquello era voluntarismo. No obstante, el buen profesor concluyó diciendo que la frase, con todo, es válida y buena. Y el sacerdote le retó: "perfecto. Si te parece, en tu planta y en tu despacho, reinará el 'nada es difícil para el que quiere'; yo pondré en mi despacho, en el piso de arriba, 'nihil sine gratia-nada sin la gracia'. Creo que mi despacho será mucho más visitado"...
Cambiando de tercio, hoy tercer capítulo de conversaciones matutinas. Dando la comunión, he visto a mi profesor de todo (porque cuando estás en quinto de EGB es tu profesor de casi todas las asignaturas). Además, era mi entrenador de baloncesto, y me quería muchísimo. No es por nada, pero debíamos ser -Juan Gómez Blanes y yo- dos niños divertidísimos. Él siempre reconoció que se lo pasaba bomba con nosotros, y recuerdo que nos tenía un enchufe increíble. Lo cierto es que eramos un poco trastos: fue el primer año que suspendía algo (en quinto de primaria; a partir de ahí siempre saqué todo sobresalientes y un suspenso [plástica o inglés] sólo por ser puñetero), fue el año en que a Blanes y a mi nos cambiaban de letra cada dos por tres para ver si nos serenábamos (la primera vez lloré, las siguientes era cuestión de esperar a Blanes, que haría una trastada premeditada para hacerme compañía), y fue el último año en que fui un buen deportista (entonces era un crack del baloncesto, luego todos dieron el estirón mucho antes que yo y se acabó la historia).
Total, que esta mañana he visto a Juan Herminio, mi profe. Espera el quinto hijo -cuando era profe mio no estaba ni casado- que si es una hija estará fenomenal (porque ya tiene cuatro niñas) y si es un hijo le hará muy feliz.
Conversaciones matutinas. ¡Qué gozada!.

1 comentario:

Artemi dijo...

Ful, qué tiempos, nos nos ha visto y quién nos ve, un abrazo muy fuerte y a ver si quedamos para recordar aquellos maravillosos años. El Blanes.