miércoles, septiembre 05, 2007

Zapatos nuevos

Año 82. Juan Pablo II visita Valencia. Motivo: la ordenación de varias decenas de sacerdotes. En el paseo de la Alameda espera el clero, expectante, escuchando por sus radios los acontecimientos. “El Papa ya ha aterrizado”... “Primer discurso de su Santidad”... Por fin, el pontífice coge su coche dirección a la Plaza de la Virgen, donde esperan los ancianos: personas mayores que tendrían un encuentro breve y peculiar con el obispo de Roma. Durante la espera, el comentarista radiofónico entrevistaba a algunos de esos ancianos, y se percata de que uno de ellos, a pesar de la multitud, lleva unos zapatos nuevos, limpios, impolutos. El periodista no puede por menos de preguntarle: “Entre tanta gente, y a su edad, ¿por qué zapatos nuevos para ver al Papa, si es obvio que no le va a ver?”. “No esperará que reciba al Papa en zapatillas - contestó - sería una grosería. No sé si lo verá o no, pero yo quiero recibirle bien”.

Objetivo de este curso: recibir bien a Dios. ¿Eso que significa? Zapatos nuevos. O sea, que aunque nadie te vea, Él si te ve. O sea, que a recibirle bien limpitos: en la comunión dominical o diaria (confesión, ¿te suena?), en el tipo que lo necesita, en el esposo o la esposa, en los hijos, en los hermanos, en los compañeros, en la mortificación, en la alegría. Recibirle MUY bien.

Decídselo a todo el mundo: vamos a ir a Sydney, a ver al Papa. Sacaremos el dinero. Sacaremos adelante iniciativas. Pero, sobre todo, este año sacaremos mucho lustro nuestras almas. Reflexiona: ¿donde estabas tú hace dos años (Colonia) y donde estás hoy? Honradamente, ¿no te parece que queda mucho por hacer?. ¡Qué pena si no te hubieras movido un ápice de entonces hasta ahora!... pero aún hay tiempo. Zapatos nuevos.

Éste es nuestro objetivo individual. Mañana el colectivo.

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