"La familia es un bien necesario para los pueblos, un fundamento indispensable para la sociedad y un gran tesoro de los esposos durante toda su vida. Es un bien insustituible para los hijos, que han de ser fruto del amor, de la donación total y generosa de los padres. Proclamar la verdad integral de la familia, fundada en el matrimonio como Iglesia doméstica y santuario de la vida, es una gran responsabilidad de todos".
A la vuelta de Valencia, tuve oportunidad de ver los titulares de los periódicos, que resumían el mensaje del Papa con este titular: "Benedicto XVI defiende la familia tradicional". Y uno no puede dejar de pensar: "ah, ¿pero existen otras?".
A la vuelta de Valencia, tuve oportunidad de ver los titulares de los periódicos, que resumían el mensaje del Papa con este titular: "Benedicto XVI defiende la familia tradicional". Y uno no puede dejar de pensar: "ah, ¿pero existen otras?".
Es una maniobra típica de los sistemas totalitarios el vaciar las cosas de sus contenidos. Quien haya leído la novela 1984 (George Orwell, 1948) recordará que la primera consigna de la dictadura gobernante era esta: cambiar el nombre de las cosas. Así, el ministerio de la guerra era llamado el ministerio del amor; el lugar donde se filtraba toda la información era llamado ministerio de la verdad, y así por su orden. Cambia el nombre a la realidad y la realidad acabará cambiando.
Por eso, no podemos tolerar que a nuestras familias se las califique como 'familias tradicionales', y que se admita que otros tipos de convivencia sean también familias. Tolerar esto supone empezar a cambiar la realidad en sistemas fraudulentos de convivencia. Es necesario recoger la invitación del Papa y hacerla propia: proclamar la verdad integral de la familia, es una gran responsabilidad de todos.
La pregunta que uno debe formularse entonces es: ¿y yo que hago a este respecto?.
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