viernes, marzo 28, 2008

¡Vaya dentadura!

Le haré justicia a esta viuda, no sea que tanto me insista que acabe por pegarme. Eso dice Jesucristo en el Evangelio, refiriéndose a una viuda que día y noche le recordaba al juez que le hiciera justicia en su caso. Finalmente, el juez llega a temer por su integridad merced a la insistencia de la buena mujer, y acaba por atender su requerimiento.

Esa mujer es mi madre, el juez soy yo y el caso era: hijo, vete YA al dentista. Así llevamos 7 años, pagando servidor un seguro dental del que no he hecho uso en todo este periodo. Pero, finalmente, llegué a temer por mi integridad física a juzgar por la insistencia de mi madre, y finalmente fui al dentista. Como la última vez que fui no era ni diácono, yo le decía a mi madre que seguro que la doctora era anticlerical y me arreglaba los dientes a puñetazos. Pero a mi madre no le convencían mis razones...

Total, que allí me planté. Yo pensaba que sabía perfectamente lo que me pasaba: unas tres o cuatro caries y punto. Así pareció tras un primer examen, pero la doctora me mando hacer una radiografía. Me la hicieron al momento (en eso no hay queja), y cuando subo y veo el espectáculo casi fallezco de la impresión. ¡Qué espanto!. Un diente pa'cá, otro pa'yá. Y lo peor mi orgullo: al final la madre tendrá razón, leche. Alucinante. ¡Qué boca tan espantosa! en serio, no exagero. La doctora, miraba la pantalla y comentaba:

Oye, mira, este agujero tan oculto como maligno. Te mando a endodoncia porque eso te lo tienen que mirar...

Oye, fíjate, esas encías tan terribles. Te mando a ortodoncia porque tiene mala pinta (en este momento, no sólo mi asombro era total, sino que mi bolsillo comenzaba a romperse...).

¡Qué barbaridad! Fíjate en la articulación. Te mando al especialista de articulaciones porque...

A mi, abstraido y todo como estaba viendo aquel espanto bucal y económico, me dio por hacer la consideración espiritual de que en la vida moral pasa lo mismo: como uno se cuide piensa que es el rey del mambo y lo mismo es un espanto ambulante. ¡Y habrá gente que lleve años y años sin confesarse!. Claro, así cuando llegamos nos toca ortodoncia, endodoncia y todo lo inventable...

La doctora me sacó de mi absorta situación, y alucinada preguntó: "¿De veras no le duele nada?". "Que no, reina, que no. No me duele nada". Y seguía con mi consideración: claro, a las conciencias les pasa lo mismo. No duele nada, pero puede haber un desajuste total. No tiene necesariamente que ver...

"¿No nota molestias nunca?". "Nunca", le dije.

Pero entonces me di cuenta de que en esa boca había agujeros y cosas que yo no notaba con mi lengua. En ese mismo momento la doctora exclamó (con otras palabras, pero vaya): "Vaya, si esta radiografía es de la vieja corrupia que vino antes. ¡Ya me extrañaba a mi!".

Glub, que descanso. Al final, poco más de 100 euros será la cosa, y lo mejor es el consuelo de ver que uno no es tan malo como parece...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno, si te sirve de consuelo, yo llevaba cosa de diez años sin ir al dentista, "como no me dolía nada".... y cuando fui hace un par de años me sacaron 9 caries!!! mi presupuesto fue algo mayor la verdad (500eur aprox, eso si que duele).
Ójala mi radiografía hubiera sido la de otro.