jueves, marzo 20, 2008

Triduo Pascual

Hay acontecimientos en la vida de los cuales uno se acuerda siempre. "Naciste a las cinco y media de la tarde". Han pasado un montón de años, pero tu madre se sigue acordando del lugar, la fecha y la hora exacta en que naciste, cuánto pesaste, si fue un parto largo o no...
Lo mismo puede decirse de aquel día en que dos personas que se quieren se conocieron, o aquel otro en que se casaron... Lo cierto es que este recuerdo milimétrico no se suele tener de muchas más cosas, porque es verdad que no son tantas las cosas esenciales en la vida de los hombres. Generalmente uno recuerda fecha, día y hora de dos tipos de cosas: las especialmente buenas y las especialmente malas...
También en la experiencia religiosa es necesario que haya momentos de este estilo. Días y horas concretas donde uno descubrió tal o cual cosa del misterio cristiano: el amor de Dios, el perdón, la gracia, la vocación. "Eran las cuatro de la tarde" dice San Juan en su evangelio, recordando el momento en el que el Señor le llamó a su servicio. Sabía muy bien cuándo y dónde Él le eligió.
Mientras no seamos capaces de establecer un marco topográfico de nuestra fe -lugar, día y hora-, no será fácil reconocerla como algo vivo, como algo distinto de una moral o de una idea de la vida. Aquellos discípulos se encontraron con Jesús, y recuerdan muy bien el día en que los rescató mediante su muerte -era la hora sexta- y su resurrección -muy de madrugada... ¿Nosotros qué?. ¿A qué hora te llamó a su servicio? ¿Cuándo supiste que ese misterio de gracia y perdón era verdadero? ¿acaso has descubierto ya, de verdad, para ti, que en ese trozo de pan está la Eucaristía y que verdaderamente 'no eres digno de que entre en tu casa'?.
Fe real. Fe concreta.
¿Será este Santo Triduo la ocasión para ello?

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