sábado, marzo 22, 2008

A los pies del crucificado

Hoy toca rezar a los pies del crucificado.
Y entonces leo: ¿De qué nos serviría haber nacido si no hubiéramos sido rescatados?. Es del pregón pascual que escucharemos esta misma noche de pascua. ¿De qué nos serviría haber nacido si no hubiéramos sido rescatados?.
De rodillas como estaba, en el silencio de un templo vacío, no puedo dejar de rezar y de pensar de qué serviría, Dios mío, ser rescatado si no me entero de lo que eso significa. Es como una moción interior que dice: cambia, piénsate mejor lo que haces.
¡Qué responsabilidad!. Ya lo decía San Juan de Ávila en referencia a aquel sacerdote que sólo pudo celebrar una Misa, porque falleció aquel mismo día. Al comentárselo al santo, él respondió: ¡Que grandísima responsabilidad! ¡Qué cuentas tendrá que rendir a Dios!.
Años de cristiano, años de preparación, años incluso de sacerdocio para, en este momento, darte cuenta de que no has hecho sino comenzar. Que la amistad que te llevó a dejar muchas cosas está todavía en palmitas, que es real pero no del todo, que está en todo lo que haces pero no completamente; que hay que crecer, y mucho.
¿Y por qué te cuento esto? porque quizás a ti te pase lo mismo.
¡Que noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino!. Esa es la vida del cristiano y la vida, con mayor razón, del sacerdote. En nuestro actuar, en nuestro pensar, en nuestro querer, se deberían unir el cielo y la tierra, lo humano y lo divino. ¡No hemos hecho más que comenzar!
¡Qué suerte sería comprender bien y casi del todo estas cosas!. Que Dios nos lo conceda...

1 comentario:

Anónimo dijo...

GRACIAS

POR TOCARNOS SIEMPRE DONDE MÁS NECESITAMOS...
POR TIRAR DEL CARRO...

POR ESTAR AHI....