martes, septiembre 19, 2006

Pensemos...

Es fácil caer en la demagogia cuando se trata cualquier cuestión, sea cual sea su relevancia social. Es fácil aumentar los problemas, darles una cobertura informativa desmedida, cuando se trata de llenar páginas y ganar lectores. Es fácil valorar las cosas, sin pensar mucho y razonar menos, llevados por la pasión del momento y el espíritu universal de opinar de todo, sea cual sea el asunto.
Este conjunto de factores se suman en el cóctel peligroso que ha explotado a raíz de las palabras de Benedicto XVI con ocasión de su estancia en Baviera. No es difícil ante esta cuestión caer en valoraciones carentes de ningún peso y que conviene no esgrimir. Se puede poner fin a la cuestión en nuestros círculos de amigos arguyendo que cómo demonios se atreven a juzgar unas palabras absolutamente delicadas y carentes de contenido ofensivo aquellos que no respetan los derechos humanos en ninguna de las naciones que gobiernan. Pero esto significa agostar una reflexión que, sin duda, puede ser fecunda. Es evidente que gran parte de esta polémica es fruto de la difusión mediática, muy interesada en condenar a muerte a muchos y vender aún más. Y, finalmente, para otros será aún más sencillo poner fin a todo esto diciendo que los curas a la sacristía y fin de los problemas; o que no nos debe extrañar estas reacciones a semejantes declaraciones.
Pero, ¿por qué pasan estas cosas?. ¿Qué ocurre en este mundo para que, una caricatura más o menos ofensiva de Mahoma o una cita erudita del Romano Pontífice ponga a tantos en pie de guerra?.
Conviene recordar que el objetivo el discurso del Papa no era, en absoluto, lo islámico, sino las relaciones entre fe y razón. En este contexto, no todas las religiones se ponen en pie de igualdad. En la religiones cristianas, existe un diálogo entre ambas que ha traido, entre otras cosas, potentes avances en nuestra civilización, tales como la libertad religiosa o los derechos del hombre. Sin embargo, en el mundo islámico esta relación carece de sentido, pues la fe es norma absoluta e única que anula cualquier desarrollo racional. Buena muestra de ello es la carencia, con honrosas excepciones en el correr de los siglos, de teología musulmana. Existe únicamente exégesis (explicación) de los textos sagrados, pero en ningún caso diálogo con la cultura o razonamientos de origen filosófico. Esta actitud genera un modelo social y político que se traduce, palpablemente, en la carencia, por ejemplo, de derechos tan básicos como la libertad religiosa en los países islámicos.
Esta controversia nos permite concluir, de momento, dos cosas: por un lado el agradecimiento a la herencia cristiana que permite participar de una civilización del derecho y la libertad. Sólo en los países de tradición cristiana se ha erigido una sociedad de derecho. Por otro, la estremecedora cuestión que se esconde, como telón de fondo, en toda esta polémica: ¿dónde está hoy la fuerza de occidente?. Una sociedad culturalmente muerta, como es la nuestra, es susceptible de ataques de este género. La potencia económica y militar de occidente no es absoluto correspondida por unas convicciones propias capaces de defender lo que de hecho es suyo. Por eso, es susceptible de todo ataque, acoso y derribo.
Tenemos un serio problema: la flacidez de nuestras mentes. Otras culturas, mucho más bárbaras son, no obstante, mucho más fuertes. Occidente debe pensar. Y debe exigir, como mínimo, y en primer lugar, reciprocidad: más allá del mediterráneo están hartos de ver cómo los suyos reclaman derechos en occidente y se les concede, mientras que ellos disuelven libertades tan básicas como la libre expresión de opiniones o el derecho a convertirse a la religión que uno desee o construir una iglesia. Mientras no haya reciprocidad estaremos en clara desventaja... y seguirán sucediéndose desproporcionadas reacciones como la que estamos viviendo.
Occidente es un cuerpo sin alma alguna. Y lo inanimado acaba por oler y ser cadáver. Occidente, ¿donde están tus principios?.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido blogger:
No todo lo que has escrito sobre la cuestión, por cierto muy bien explicado, me parece perfecto. En concreto, no estoy de acuerdo en la exigencia de reciprocidad en el respeto a la libertad religiosa. Y por tanto, tampoco en que de esa manera seremos más fuertes.
Y esto lo afirmo por dos razones: la primera, porque el respeto a las conciencia en materia religiosa es un bien, una riqueza de nuestra sociedad. Aunque ellos no la respeten, nosotros debemos seguir haciéndolo porque es bueno para nosotros y para ellos.
La segunda es que son ellos quienes tienen que acceder por ellos mismos a ese bien. Lo veo difícil por la falta de aprecio a la razón y a los derechos humanos que es patente lamentablemente en sus sociedades.
De todos modos, estoy seguro de que toda esta polémica va a ser para bien, aunque nos cueste lágrimas, porque la verdad es fuerte y se acaba abriendo paso en las mentalidades, la diga Agamenón o su porquero. Como no se avanza nunca es a base de soltar frases agradables y guardando por encima de todo las formas.

MedicodelaPaz dijo...

Querido Blogger,

El odio enjendra odio...
La victoria en una batalla no enjendra más que rencor, ¿que es lo que se gana?...
En toda pelea hay un ganador y un vencido, pero la misma deja un sabor amargo en el vencido, un odio que a la larga no es bueno ni para el perdedor ni para el ganador.

No es bueno que la cabeza visible de la Iglesia haya hecho unas declaraciones que por ciertas que sean hayan propiciado el ataque a cristianos en Tierras Islámicas.

Ya es dificil vivir tu fe en un mundo hostil como para que por culpa de tu Papa te peguen en tu país...

Santo Padre, se que no lee este blog, pero si lo hiciese...

RECE POR SU PUEBLO, MÍMELO Y CUIDELO COMO HACE UN PADRE CON SUS HIJOS...

He de deciros que estoy muy sensible con el tema de la violencia últimamente(Protestón seguro que lo entiendes, ya que me viste ayer y cancelamos nuestra quedada para hacer deporte) Gracias por tu apoyo.

Anónimo dijo...

Obviamente estoy de acuerdo con el mensaje que, en líneas generales, el Papa quiso transmitir en Ratisbona: en ningún caso se debe propagar la fe mediante la violencia; es algo irracional que va contra Dios.

Sin embargo, considero que fue un error mencionar una cita tan hiriente contra el propio Mahoma y que claramente es ofensiva para los creyentes musulmanes. Para trasladar un mensaje tan claro no era necesaria esa cita; si leéis el discurso entero, veréis que es totalmente superflua. Hace no mucho, Juan Pablo II vino a decir lo mismo: "Matar en nombre de Dios es una blasfemia", pero no hizo alusiones a Mahoma ni mucho menos se expresó en unos términos tan duros.
Benedicto XVI debería tener más tacto. Mucho le costó a su predecesor establecer vínculos de diálogo interreligioso, como para tirar ahora todo ese esfuerzo por la borda.
Pero es que, además, no es propio de un líder espiritual de cientos de millones de creyentes generar tensiones y rencor, aún teniendo en cuenta su derecho a la libertad de expresión. Una de sus tareas es la de tender puentes (por algo se le llama Pontífice).

Otro tema distinto (aunque esté relacionado) es la frecuente actuación violenta de algunos islamistas. El que esto sea así no quita que lo que dijo el Papa estuviese fuera de lugar.

Que algunos miembros de la comunidad islámica reaccionen de forma tan violenta no es sorprendente; al fin y al cabo no es la primera vez. Una revuelta mayor se armó con la publicación de aquellas viñetas en Holanda el pasado noviembre y el mismísimo asesinato del cineasta holandés Theo Van Gogh. Aquellos hechos suscitaron un acalorado debate sobre la libertad de expresión de los medios de comunicación europeos. Se hablaba de que los musulmanes nos quieren imponer (no proponer) los criterios imperantes en sus sociedades.
Eso sí, luego exigen libertad religiosa en occidente, la misma que ellos niegan a otros creyentes en oriente. Aún así, en esto estoy de acuerdo en que nuestra sociedad occidental debe facilitar
el culto islámico y de otras religiones. Ya no sólo por ellos, sino por nosotros mismos. De esta manera creamos una sociedad con más valores (respeto, solidaridad, tolerancia...); en definitiva, una sociedad más avanzada.
Ahora bien, desde luego hay que seguir presionando para conseguir los mismos derechos para los creyentes de otras confesiones en países islámicos (de hecho, las relaciones internacionales se basan en el principio de reciprocidad; cuando se firman acuerdos bilaterales sobre educación, derecho a voto, etc., ambos países exigen al otro el mismo tratamiento para sus ciudadanos).

Y al llegar a este punto, quisiera comentar por último la preocupación que siento no ya por la falta de libertad religiosa y de expresión en países islámicos (algo de sobra sabido), sino la que empieza a brotar fuertemente en nuestra mismísima sociedad occidental. Sí, sí, en la flamante unión europea. Como ejemplo, quisiera llamar vuestra atención sobre dos casos recientes producidos ambos en el Reino Unido:

1. No sé si os habréis enterado, queridos polskys, de que ¡en Escocia es un delito santiguarse en público! Y si no, que se lo digan al bueno del portero polaco católico del Celtic, Artur Boruc:

http://www.analisisdigital.com/Noticias/Noticia.asp?id=14693&idNodo=-3

2. Y qué decir de la escandalosa injusticia cometida con el pobre anciano inglés católico (cómo no) Edward Atkinson por denunciar la crueldad del aborto:

http://www.hazteoir.org/modules.php?name=Noticias&file=article&sid=2872

A este paso en Gran Bretaña, la cuna de la democracia europea, van a acabar como en la película V de Vendetta. Y cómo no, al final, el libertador de conciencias Guido Fawkes tendrá que ser un católico. Jeje :-)

Ya veis, tanto criticar a los musulmanes y lo que deberíamos hacer es un poco más de autocrítica. Vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro (bueno, en este caso la viga está en el ajeno y la paja en el nuestro:).