En la boda de mi amigo Ángel, lo primero que nos pusieron se llamaba ‘tortilla española del siglo XXI’. Estaba buenísima. Era una copa estilo sorbete, con cebollita bien pochada, huevo, y alguna cosa más. O sea, que de tortilla, poco; de española, menos (y menos todavía en tiempos en que muchos no saben siquiera qué es España). Y lo del siglo XXI, quizás. ¿Por qué no lo habrán llamado soufflé de huevo, o algo así?. Con lo majas que son las tortillas, las Españas y el siglo XXI.
Con los últimos acontecimientos de enfermedades y cuestiones delicadas, te aseguro que una cosa me queda clara. De momento no sé nada del que operaron ayer, ni de Juan Carlos, el niño de 5 años; pero, ya te digo, una cosa si que he descubierto: el ‘mal español del siglo XXI’ no es en absoluto físico, es exclusivamente moral. Puede pasar lo que sea; si uno está bien amueblado por dentro y con una profunda referencia a Dios, entonces se puede ser muy feliz aunque se esté preocupado. De ellos tomo nota. Gracias.
1 comentario:
A veces es necesario cambiar la perspectiva para descubrir pequeñas o grandes cosas que, con el paso del tiempo, nos hemos acostumbrado a tener y, como resultado de algún cambio, empezamos a echar de menos. En esos momentos reflexionas sobre su importancia y descubres el esfuerzo que algunas personas llevan a cabo para proporcionártelas.
Hacía esta pequeña reflexión este último fin de semana y, aunque valida para muchos aspectos de la vida, vino a mi mente con motivo de la disponibilidad del Sacramento de la Confesión.
No cabe duda de que la enfermedad española, del mundo en general, no es física sino moral y que el primer paso es hacer ver al paciente que debe acudir al médico. Llevar a Dios en alma…
“A quienes les perdonéis los pecados le serán perdonados…”. La potestad transferida a los Sacerdotes en Su nombre es imponente y, por ende, la responsabilidad también.
Desde este lado del mundo en el que vivo ahora, en una pequeña población de 60.000 habitantes en la que solo hay una parroquia católica, mi sincero agradecimiento a los Sacerdotes de la parroquia de Santa Teresa Benedicta de la Cruz por su esfuerzo en mantener el Sacramento de la Confesión accesible a los fieles y a éstos, mi ánimo a valorarlo.
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